A los largo de los años, las personas han dado varias disculpas para no usar el casco de seguridad:
¡El es muy pesado!
¡El me hace dar dolor de cabeza!
¡El me maltrata el cuello!
¡El es muy frío para ser usado!
¡El es muy caliente para ser usado!
¡No puedo ver cuando lo estoy usando!
¡No puedo oír claramente cuando lo estoy usando!
Hoy en día, no hay mucha resistencia en usar los cascos de seguridad. Como cualquier artículo de protección individual, su aceptación ocurre después de un cierto tiempo, durante el cual su valor es probado. No es tan aceptado universalmente como una experiencia probada.
“¡Dolor de cabeza!” es la señal de alerta para decir que alguna cosa se cayó. Esta alerta viene generalmente muy tarde. Un objeto que caiga comienza generalmente la caída con una velocidad de cero y acelera a 9 m/s2. Es decir, ya está a 9 m/s después de un segundo de iniciada la caída. Durante este primer segundo, él habrá caído 9 metros.
Al final de 10 segundos él tendrá una velocidad de 90 m/s y habrá caído 90 m.
Suponga que alguien arriba de usted deje caer una llave inglesa. Tomará medio segundo hasta que esta persona perciba que dejó caer la llave y gritar: “¡Cuidado con la cabeza!”. Tomará más de un segundo para usted oír el grito y reaccionar a él (si es que usted va a oír). Aun usted escuchando el grito, usted sólo va a saber para qué lado debe mover la cabeza después de mirar para arriba. Esto puede llevar más de medio segundo.
Si la tal llave hubiera caído desde una altura de 24 metros arriba del suelo, ella estará a un metro de su cabeza, a una velocidad de 60 km/h, antes de que usted pueda verla. Usted nunca sabrá qué tipo de sorpresas puede esperar usted arriba de su cabeza – por tanto, use el casco de seguridad.